28 de abril de 2010

Sobre la herejía de los argentinos

Etimológicamente, herejía significa "elección". Hereje es aquel que por elección individual o colectiva disiente de una parte de los valores aceptados por la comunidad, poniendo en dudas sus fundamentos o aplicaciones. Y además, la herejía puede ser culta o popular, según sea la reacción por causa de la especulación intelectual o por la sensibilidad. ¿Pero de qué clase de elección hablamos cuando la herejía, cualquiera sea su tipo, es provocada adrede por los multimedios monopólicos de vocación universalista? ¿Pero qué clase de especulación intelectual puede trocar el hambre y el amor por la verdad, por la antropofagia bestial de quienes sólo apetecen el vil metal?
Cuán extraño me resulta escuchar hablar sobre la libertad de prensa a los represores de la palabra. Herejes del compromiso con el bien público del Estado y su Gobierno para con sus ciudadanos. Herejes de la política y la república, ignorantes del penoso y secular acontecer humano en el tiempo. Sordos como el mármol ante el diálogo, ven en sus rivales su propia sombra, o reflejo. Durísima animalidad selvática la de nuestro país, donde el gorila es rey de la selva bananera (o sojera, si vamos al caso). Y sin embargo, ante mi indignación cotidiana, mezcla nostálgica e iracunda de que todo pasado fue mejor (como me han enseñado mis mayores), escucho la voz de un hombre común, con sentido común, sin miedo de decir lo que piensa, sin dudas de reconocer su bajo y tan privilegiado lugar en la sociedad. Es el hombre que quiere a su nación y a su pueblo, que se siente parte, que adolece ante la violencia simbólica de sus contrincantes políticos en plenitud. Pero a esa persona que adolece le llega la madurez, tarde o temprano, por las fuerzas físicas que rigen nuestro universo; y con ella le llega también el final, la degeneración, a aquella que no fue capaz de entender esta fuerza física del tiempo, y que no supo ser digno rival de quien supera su altura espiritual. A esta persona ahora madura, que siente su lugar en la sociedad, que se reconoce parte de una nación y un pueblo, que reconoce la diferencia y la tolera, que lucha por aquello que le parece injusto, con hambre de verdad y respeto por el pasado, le doy honorablemente la bienvenida a mi patria. Nació apenas hace doscientos años, pero ya sabe lo que quiere y hacia dónde va. Y gracias por venir, gracias por estar aquí, entre compañeros.

1 comentario:

a K d dijo...

Brillante, gracias por compartir tus palabras en este espacio. La blogosfera se estaba privando de una gran pluma (o teclado mejor dicho)...
Bienvenido oficialmente GAD a por el choriylacoca!!!